Spiritist in Mairimashita! Iruma-kun

Chapter 6: Capítulo 5: El Arte del Violinista y el Maestro Exigente



La lección comenzó en completo silencio, solo roto por la voz autoritaria de **Poro Amduscias**. Su tono era cortante, pero no carente de una pizca de curiosidad hacia su nuevo alumno.

—Bien, mocoso, escucha con atención. Cada **instrumento demoníaco refleja el alma de su usuario**. La forma que tome no es aleatoria: representa quién eres en lo más profundo. Ahora, toma tu violín y ponte de pie.

Cale obedeció sin titubear, agarrando su violín con una mezcla de emoción y ansiedad. Poro lo observó con ojos críticos mientras se paseaba a su alrededor, como un juez en medio de un juicio silencioso.

—Apóyalo bien sobre la clavícula izquierda. El mástil debe apuntar hacia afuera, que se sienta como si hubiera sido parte de ti toda la vida. **Nada torcido, nada inseguro**.

Cale siguió las instrucciones al pie de la letra. Entonces, algo inesperado comenzó a ocurrir. **El violín cambió ante sus ojos**. El color marrón clásico del instrumento se volvió **rojo sangre**. Adornos oscuros y siniestros se materializaron en la superficie, como si la oscuridad misma lo reclamara. **Dos alas puntiagudas** emergieron de los lados, dándole una apariencia infernal. El arco, por su parte, se convirtió en una **elegante arma**, afilada y letal. 

Poro observó la transformación, su sonrisa casi imperceptible. 

—Parece que tienes más espíritu del que aparentas, chico. —Su tono era seco, pero había una leve satisfacción escondida en sus palabras—. Bien, empecemos. Te enseñaré lo más básico. No te emociones, todavía falta mucho para que puedas llamarte músico.

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Durante la siguiente hora, Poro explicó los **movimientos básicos del arco**, cómo posicionar los dedos para las notas correctas y las primeras lecciones sobre cómo **leer partituras**. Todo con la eficiencia y dureza de alguien que no tenía tiempo que perder.

Poro daba lecciones solo los **lunes y viernes**. El resto de los días, era Cale quien debía cargar con el peso de su propio progreso. Pero eso no lo detenía. **Kira siempre estaba a su lado**: a veces escuchando con atención, otras veces simplemente durmiendo en la esquina de la habitación. 

Al cabo de una semana de sesiones intensivas, **Poro anunció su primer desafío** con la misma indiferencia que uno podría pedir el menú del día.

—Escucha, chico. He pensado en cómo voy a evaluarte. Vamos a hacer esto en **dos partes** —dijo Poro, cruzando los brazos—. La primera, la próxima semana: tocarás **"Estrellita, ¿dónde estás?"**. Quiero que lo hagas frente a tu familia... y a mí. Y, créeme, no me impresiono fácil. Evaluaré tu rapidez para aprender.

Cale asintió, su mirada firme. 

—¿Y la segunda parte?

Poro dejó escapar un suspiro teatral. 

—Para la segunda... Cuando hagas tu presentación en sociedad, quiero que des un espectáculo. La canción la eliges tú, pero tendrás que sorprender a toda la nobleza. Evaluaré **tu presencia escénica**, **tu habilidad técnica** y **tu control del instrumento**.

Cale esbozó una sonrisa confiada. 

—Voy a impresionarte, Poro. Lo prometo.

Poro entrecerró los ojos, como si lo estudiara. 

—Oh, oh, oh... Eres todo un bocón, ¿eh? Me gusta la actitud, pero cuidado: **si no practicas como es debido, no llegarás a nada**. —Hizo una pausa antes de añadir, con una sonrisa maliciosa—. Y no olvides que también empiezas tus clases de etiqueta. Será divertido verte sufrir con esas tonterías.

—Fantástico —respondió Cale con un suspiro sarcástico—. **Modales y música**... Qué gran combinación.

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Durante los días que siguieron, **Cale practicó incansablemente**. Cada error lo empujaba a intentarlo de nuevo. **Cada pequeño progreso** era un paso hacia su meta. Las primeras sesiones fueron difíciles: coordinar los movimientos del arco y tocar cada nota a tiempo era un reto. Pero con paciencia y disciplina, Cale **mejoró día a día**. **Kira siempre estaba allí** para acompañarlo, escuchando pacientemente o simplemente disfrutando de su compañía.

Finalmente, llegó **el día del primer recital**. Con un traje elegante y una determinación inquebrantable, Cale tomó su violín y **miró a Kira**.

—¿Listo para esto? —preguntó, sonriendo.

Kira meneó la cola, dando su silenciosa aprobación. Con su violín en una mano y la pata de Kira en la otra, **Cale se dirigió al salón** donde lo esperaban su familia y Poro.

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Cuando entró, **Ameri y Henri** lo miraron con orgullo, sabiendo cuánto había trabajado para llegar a este momento. **Kira corrió hacia Ameri** y se sentó a su lado, abrazando su peluche de hongo. Cale subió al pequeño escenario, colocó el violín sobre su hombro y comenzó a tocar.

**"Estrellita, ¿dónde estás?"** resonó en la habitación, cada nota más precisa que la anterior. El violín, que al principio parecía indomable, ahora se movía como una extensión del cuerpo de Cale. Ameri y Henri intercambiaron miradas llenas de orgullo, reconociendo el esfuerzo que había puesto su hijo y hermano en cada ensayo.

**Poro**, en cambio, permanecía inmóvil, observando con una expresión que no revelaba nada.

Cuando Cale terminó la última nota, se inclinó con elegancia frente a su pequeña audiencia. **Henri y Ameri aplaudieron** con entusiasmo. Después de un momento de silencio, **Poro finalmente habló**.

—Bueno... al menos respetaste los tiempos. —Hizo una pausa, cruzando los brazos—. Y veo que ya sabes leer partituras básicas. Tus movimientos de dedos... no están mal para un mocoso. 

Con esas palabras, se dio media vuelta y **salió del salón** sin añadir nada más.

**Cale** lo vio alejarse, dejando escapar una sonrisa divertida. 

—**Tsundere** —murmuró para sí mismo.

Ameri se acercó rápidamente y le dio un abrazo. 

—¡Hermano, te ves muy guapo con ese traje! —dijo alegremente, pellizcándole las mejillas.

Henri se acercó y le dio una **palmada en la cabeza**. 

—Buen trabajo, hijo.

Cale sonrió, sintiéndose en la cima del mundo. 

—Gracias, papá.

En ese momento, **Kira saltó a sus brazos** y frotó su mejilla contra la suya, dejando escapar un suave aullido.

—Hehe, parece que disfrutaste mi presentación, ¿verdad, Kira? —dijo Cale, acariciando al pequeño zorro.

Kira **asintió con entusiasmo** y lanzó otro alegre aullido. 

Henri dejó escapar una risa suave. 

—Preparamos una cena especial para Kira por su apoyo —dijo con una sonrisa misteriosa—. Ah, y grabé toda tu presentación. Como esas madres que guardan cada momento memorable de sus hijos.

Cale levantó una ceja, sorprendido. 

—¿De verdad?

Henri sonrió, sin decir más. 

—Lo descubrirás algún día.

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Esa noche, **la familia cenó junta**, celebrando el éxito de Cale. Poro no lo había dicho abiertamente, pero en sus palabras había un reconocimiento oculto: **Cale había dado un primer paso sólido** en su camino musical. Aún quedaba mucho por recorrer, pero con **Kira** a su lado, **Ameri apoyándolo**, y la promesa de seguir sorprendiendo al mundo, **Cale estaba listo para lo que viniera**.


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