Chapter 55: Palacio Rumano; Interferencia de soldados
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Allen caminaba por las vibrantes calles de Bucarest, la capital de Rumania. Era un día soleado, el cielo despejado brillaba en un azul intenso que parecía reflejar su estado de ánimo. Habían llegado temprano, cerca del mediodía, y el ambiente era bastante agradable. La ciudad estaba llena de vida, con turistas explorando cada rincón y locales disfrutando del buen clima.
El aroma del pan recién horneado y el café flotaba en el aire, tentándolo a detenerse en alguna de las acogedoras cafeterías que adornaban las calles. Mientras caminaba disfrutaba del aire fresco sin su mascarilla. Había tomado esa decisión tiempo atrás, desprendiéndose del motivo que lo llevó a usarlas durante tanto tiempo.
Sentía que era un símbolo de su nuevo comienzo, un intento de dejar atrás lo que había sido y abrazar lo que venía. De repente, su teléfono vibró, interrumpiendo sus pensamientos. Era una llamada de Tim Burton.
Allen, con un suspiro, respondió: "Hola, Tim, tuve que salir un poco. Volveré en un rato, igualmente me quedaré en la ciudad." Su voz sonaba tranquila, aunque en su interior había una ligera inquietud. El rodaje se acercaba e iba a estar preparado.
[Entiendo, está bien. Solo quería preguntar sobre eso. Cuídate en el camino.]
"Lo haré, nos vemos más tarde." Dijo, colgando la llamada y continuando su camino. La brisa suave acariciaba su rostro mientras se dirigía a un destino específico, una mezcla de emoción y nerviosismo burbujeando en su interior. Después de unos minutos de caminar, finalmente llegó a su destino: el imponente Palacio del Parlamento Rumano.
La estructura era majestuosa, un testimonio del poder y la historia del país. Su arquitectura monumental dominaba el paisaje, y Allen no pudo evitar sentir una oleada de admiración. La plaza estaba llena de turistas que sacaban fotos y grababan videos, maravillados por la grandeza del lugar. Sin embargo, a él no le interesaba eso; tenía un propósito claro en mente.
Caminó hacia la entrada, sintiendo las miradas de los soldados de élite que custodiaban el lugar. Eran cinco, todos vestidos con uniformes impecables y armados hasta los dientes, vigilando con atención cada movimiento.
Un soldado se adelantó, su expresión seria y firme. "Disculpe, pero esto es zona privada. Los civiles no pueden ingresar a este lugar sin autorización."
"Entiendo. Yo no tengo autorización ya que me olvidé de pedirla, pero igualmente debo entrar. Si quieres, puedes hablar con el Alcalde y verificar si es cierto," respondió Allen, manteniendo la calma, aunque su corazón latía con fuerza. Sabía que había olvidado un detalle crucial, pero la urgencia de su misión lo impulsaba.
Los guardias simplemente lo fulminaron con la mirada, ajustando su postura defensiva. El soldado, claramente indeciso, suspiró y dijo: "No puedo molestar al Alcalde por un asunto menor, así que te pido por favor que te retires... Pero... en caso de que sea cierto lo que dices, me disculparé debidamente."
Allen guardó silencio mientras lo observaba, sintiendo que el soldado no estaba mintiendo, pero la presión de la situación comenzaba a aumentar. Un segundo soldado, visiblemente irritado, se acercó con rapidez, sacando su arma y apuntándole directamente a la cabeza.
"Niño... si no quieres salir algo más que lastimado, vete. Este no es un lugar donde puedas pasear como quieras," dijo con una voz dura, dejando claro que no había lugar para la frivolidad.
"..."
Allen sintió cómo su pulso se aceleraba, pero en lugar de entrar en pánico, sus ojos cambiaron a uno más serio. Una sonrisa espeluznante se formó en su rostro, una expresión que causó escalofríos en los soldados, quienes no podían entender por qué se sentían tan nerviosos. Por un momento, parecía que la situación iba a escalar, pero de repente, las puertas del Palacio Rumano se abrieron con fuerza y una mujer joven salió rápidamente, gritando: "¡Oigan, alto, alto! ¡Bajen las armas, muchachos, es una orden!"
"¿Qué? Vice Alcaldesa, ¿qué hace aquí?" preguntó uno de los soldados, confundido por su repentina intrusión. La sorpresa era palpable en el ambiente, y Allen se volvió hacia ella, sintiendo una mezcla de alivio y curiosidad.
La Vice Alcaldesa era una mujer de baja estatura, con un cuerpo voluptuoso que emanaba una energía segura. Su rostro, bello pero delicado, estaba enmarcado por un cabello corto y rubio. Vestía un traje de oficina que le confería un aire de autoridad, pero su expresión era cálida y acogedora.
"Vine exclusivamente para recibir a mi invitado. Vamos," dijo la Vice Alcaldesa mientras se dirigía hacia Allen con una sonrisa. Su tono era firme, pero había un destello de amabilidad en sus ojos.
"Antes de irse, como dije anteriormente, y como es cierto, me disculpo por la confusión ocurrida," habló el soldado, visiblemente avergonzado por la situación. Allen simplemente asintió ante sus palabras, sintiendo que la tensión en el aire comenzaba a desvanecerse.
Con la Vice Alcaldesa a su lado, ingresó al Palacio del Parlamento Rumano, sintiendo que un nuevo capítulo de su vida estaba a punto de comenzar. El ambiente dentro del palacio era imponente, y el eco de sus pasos resonaba mientras avanzaban, llenándolo de una mezcla de emoción y expectativa.
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